Las albicelestes vuelven a quedar en la historia.
El sueño se plasmó en Rosario, ante Holanda.
A falta de un minuto y pico para el final, 14 mil gargantas explotaron con un cántico que estaba atragantado: "dale campeón, dale campeón...". El estadio de Rosario vibraba, se agitaba, era un mar de emociones. Y llegó el final, y aparecieron los abrazos, las lágrimas, la emoción contenida. Las Leonas volvieron a ser campeonas del mundo y demostraron, otra vez, que son el gran orgullo del deporte nacional.
Los adjetivos sobran para intentar explicar la nueva hazaña de un grupo de jugadoras que marcará un antes y un después en la historia. Como en el Champions Trophy de este año, las chicas de Carlos Retegui dejaron con las manos vacías a Holanda, a la mayor potencia del planeta, al "cuco" de siempre.
Lo hicieron con el corazón, con la garra de costumbre y una gran contundencia. Fue un partido apretado, durísimo, disputado con los músculos tensos y los dientes apretados. Las muchachas europeas cayeron de pie (3-1), con las botas puestas ante un equipo nacional que hizo un torneo fenomenal, que ganó los siete partidos que jugó y que apenas recibió cuatro goles en contra.
Ocho años pasaron para que este generación de notables jugadoras volviera a dar una vuelta olímpica en una cita ecuménica, la segunda en toda la vida del hockey argentino. Sí, justo en un año donde el fútbol volvió a fracasar en un Mundial y el básquet, hace unos días, cayó en cuartos de final ante Lituania.
Las Leonas hicieron gala de aquel dicho que dice que quien pega primero, pega dos veces. Porque cuando apenas iban 3 minutos, en el despertar del juego, Luciana Aymar hizo una de las suyas, cedió la bocha para Soledad García, que envío un perfecto centro para la entrada goleadora de Carla Rebecchi, la muchacha de 26 años que acumula 47 tantos en 132 partidos.
El grito de miles petrificó a Holanda y las 'felinas' de Retegui aprovecharon para golpear por segunda vez. Corrían 7 minutos cuando Noel García, en un córner corto, venció la resistencia de la arquero Joyce Sombroek.
¿Partido liquidado? Para nada, porque Holanda es un enorme equipo, quizá el mejor de la historia de este deporte, y por eso se levantó de esa siesta inicial y comenzó a presionar en campo de los locales. Con Lucha Aymar maniatada, doblada por la marca europea, Las Leonas perdieron el medio campo y el juego que tuvieron en los primeros minutos.
Holanda fue y fue, pero nuevamente la defensa de las albiceleste fue enorme y a partir de ahí comenzó a agigantarse la figura de la arquera Belén Succi.
La segunda parte fue para sufrir de lo lindo, porque Holanda buscó por todos los medios descontar rápidamente y lo logró a los 9, con un golazo de la gran Maartje Paumen, la máxima artillera de la competencia.
Las Leonas se atrincheraron en su campo con la idea de liquidar la historia de contragolpe. Con Aymar ausente, Sole García se hizo cargo de los ataques y Succi de mantener la diferencia con al menos tres atajadas para ponerles un marco.
El cotejo se transformó en una lucha titánica y Las Leonas resignaron un poco su juego para correr cada bocha como si fuese la última. Los nervios dominaban cada cuerpo en el estadio rosarino cuando, sobre los 19, Sole García encendió la mecha, eludió un par de jugadoras y disparó. La bocha, caprichosa con la cordobesa durante todo el campeonato (jugó su mejor Mundial pero paradójicamente no convirtió), pegó en el poste, pero surgió Rebecchi como un rayo, tocó al gol y le puso inicio a una fiesta que en Rosario se vivió como nunca. Y sí, Las Leonas son campeonas. Y el mayor orgullo de nuestro deporte.
Ocho años después Luciana Aymar volvió a levantar la ansiada copa del mundo y se la ofrendó a su público. |
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