Se sellarán varias cartas que escribieron los chicos para que sean abiertas dentro de 50 años.
En Piedra del Águila, donde todo pasa de largo, hay un lugar que resguarda la historia de toda la localidad. Una escuela que educó a toda la población del valle escondido entre las rocas rojas y las aguas del Limay. Hace 100 años eran un puñado de chicos y hoy son 300 los que festejan el centenario de la Escuela Francisco Pascasio Moreno.
Entre todos ellos, en los festejos de ayer estaba Lidia Sosa de Villalba, de 61 años y Abril, de 7. La nena está empezando su vida en la escuela mientras que Lidia ya educó a todo un pueblo.
Ese edificio, que progresa por voluntad de la comunidad, une la vida de estas dos personas. Lidia llegó a Piedra del Águila a los 22 años, desde Córdoba, para hacer una suplencia de tres meses, “pero acá estoy, nunca me fui”, dijo sonriente.
Abril nació en el seno de una familia arraigada a la Escuela Nº 10. “Mi abuela Genoveva vino acá. Mis tíos y mi papá también, además de mis hermanos”, comentó. Sus maestras reconocen en ella una excelente alumna. “Me encanta levantarme temprano, hacer las tareas, venir a la escuela y, sobre todo, el recreo”, reconoció la niña.
La gran fiesta que comenzó el jueves terminará hoy con una ceremonia protocolar donde se honrará a los antiguos alumnos, directivos y docentes.
Se volverán a ver las dos películas que realizaron los niños, la primera cuenta el pasado de la institución y la segunda cómo ven su futuro.
Además, se sellarán varias cartas que escribieron los chicos para que sean abiertas dentro de 50 años, las cuales quedarán encerradas en un cofre que ya pintaron los alumnos.
“Nosotros no vamos a estar pero nuestros hijos podrán leer lo que soñábamos para esta institución. Es algo que nos causa mucha emoción”, señaló la directora de la escuela, Marcela Scherrer.
La historia
Piedra del Águila se fundó en 1897 por el gobernador del territorio, Franklin Rawson, por orden del Poder Ejecutivo Nacional. La escuela se creó el 7 de octubre de 1911 por Delise Durán y dependió durante muchos años del Estado Nacional.
Cuando Lidia comenzó a dar clases en la escuela, en el ’72, sólo había 75 alumnos en total. “Me llamaban señorita, no seño como dicen ahora, siempre me trataron con mucho respeto y yo a ellos, eran otras épocas”, manifestó con nostalgia.
Delia Epullán, de 56 años, también fue a la Escuela Nº 10, mandó a sus hijos y ahora va a buscar a sus nietos, pronto llegarán los dos bisnietos que tiene.
“Cuando yo empecé éramos 20 entre todos los cursos y el edificio era de adobe, estaba a unas cuadras de donde está ahora y era mucho más chico”, explicó.
Delia venía de Yuncán, una estancia cercana, todos los días a caballo. Como tenía muchos hermanos, el padre los mandaba a la escuela sólo los primeros años para que pudieran aprender a leer y escribir, a los 10 ya tenían que empezar a trabajar. “El pueblo creció mucho, ahora es todo diferente”, agregó.
Delia Menna fue cocinera por 5 años hasta que se quedó embarazada de su primera hija. La tercera es hoy maestra de grado. Yoli de La Fuente trabaja en la escuela como portera hace 29 años, bromea que será la próxima directora por herencia.
Noelsi e Iván Alaniz, maestros de música, fueron los realizadores de los dos videos donde muestran la historia de la escuela y el futuro.
La directora, Marcela Scherrer, comentó que les falta una salita de plástica y música pero la próxima lucha es obtener el gimnasio para que los chicos realicen actividad física en un lugar apropiado.
Cristina Sifuentes, la vicedirectora, explicó que la escuela cuenta con un anexo especial para chicos con diferentes discapacidades y que también se les brinda asistencia a otras instituciones sobre estas patologías.
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