Viernes 16 de marzo de 2001 | Publicado en edición impresa
El objetivo fue observar la vida de las orcas
Navegaron por la Antártida en kayaks
Cuatro hombres integraron la expedición que durante nueve días recorrió 160 kilómetros en aguas heladas
La base científica argentina Brown resultó una de las últimas etapas de la expedición. Foto: Ricardo Kruszewski
Soportaron el frío y las heladas aguas del mar antártico. Pero eso no les importó. Su meta era otra: autosuperarse, demostrar que podían navegar esas aguas en sus kayaks.
En una travesía que duró nueve días, cuatro hombres -dos de 42 años, uno de 50 y otro de 51-, a bordo de sus delgadas embarcaciones, navegaron 160 kilómetros por el océano Atlántico. Para lograrlo, dividieron el viaje en cinco etapas y, por sobre todo, realizaron un trabajo en equipo.
Estos cuatro aventureros no son novatos. Sabían lo que hacían y a los peligros que se exponían. Pero su experiencia, la preparación y el equipamiento que utilizaron los ayudaron a completar la aventura satisfactoriamente.
El viaje, denominado Segunda Expedición Argentina en Kayak, Orca-Antártida 2001, tuvo como punto de partida la base Primavera, en la península antártica, el 18 del mes último. Pero, para llegar hasta allí, cuatro días antes salieron desde Ushuaia en un velero de 22 metros de eslora, provisto de compartimientos donde guardaban los kayaks.
Ricardo Kruszewski, uno de los cuatro expedicionarios, contó que una de las razones del viaje fue observar las orcas. "Sabíamos que iba a ser difícil verlas, pero por suerte llegamos a divisar una familia", contó Kruszewski, de 50 años, que desde hace más de 20 organiza expediciones en estas embarcaciones.
Explicó que decidieron emprender el viaje en esa fecha porque la temperatura ambiente en época estival, como la del agua, varía entre 0º y 10ºC. "El clima nos favoreció mucho", afirmó Kruszewski.
La primera expedición se realizó en 1991 y fue aprobada oficialmente por la Dirección Nacional del Antártico, que acredita a quienes realizan investigaciones en el continente antártico.
Los otros tres aventureros en esta nueva expedición fueron Juan Gagneten, un médico de 42 años; Gustavo Fernández, un ejecutivo de marketing de 42, y Roberto Scavo, un profesor de educación física de 51. Según aseguró Kruszewski -que además diseña kayaks-, todos tienen una vasta experiencia en pilotear este tipo de embarcación: "Por eso teníamos mucha confianza en nosotros".
Las etapas estaban diseñadas por tramos que oscilaban entre los 20 y los 50 kilómetros. Pero efectuaban paradas periódicas, siempre y cuando el lugar fuese seguro para descender y no hubiese manadas de lobos marinos que se mostraran hostiles.
"No había muchos lugares en los que pudiésemos descender -detalló el organizador de la expedición-, debido a que las montañas eran muy altas y la geografía del lugar no nos permitía poner a resguardo las embarcaciones."
No tuvieron sponsors y mucho menos un contrato por la televisación de la travesía. Todo salió de sus bolsillos. "Nos autofinanciamos -explicó Kruszewski-. Ya contábamos con una parte importante del material, por eso gastamos aproximadamente 4000 pesos cada uno para comprar los elementos necesarios." Además, aseguró que el equipo con el cual contaban era de gran confiabilidad.
Parte del equipaje estaba compuesto por bolsas de dormir, carpas dobles, una cocina a nafta, chalecos salvavidas, calzados resistentes al agua y al frío, cuatro handy VHF -uno para cada uno-, equipos fotográficos y de video, y una estación de radio -utilizada para comunicarse con todo el mundo por medio de radioaficionados-, entre otros elementos.
Además, llevaron un botiquín de uso general, que estuvo a cargo del médico que participó de la expedición, y una importante provisión de comida deshidratada, de fácil preparación y en raciones individuales.
Todo este equipamiento estuvo siempre a resguardo del agua, ya que cada kayak contaba con dos bodegas totalmente herméticas -una en la proa y la otra en la popa- y, preventivamente, cada elemento estaba envasado al vacío en bolsas de nylon.
"Estábamos preparados para lo peor, pero esperábamos lo mejor", sostuvo el organizador de la aventura. Y agregó: "Salió todo dentro de los planes, pero sabíamos que no nos teníamos que arriesgar innecesariamente".
Kruszewski, el responsable del diseño de los kayaks utilizados en este emprendimiento, destacó que lo más importante fue el trabajo en equipo. "Dependíamos sólo de nosotros -dijo-. Fue esencial la colaboración entre los cuatro para que todo saliera a la perfección."
Sin embargo, las investigaciones de Kruszewski y de sus compañeros no terminaron con esta expedición.
"Mi plan es organizar un nuevo viaje a la Antártida para el próximo verano -se entusiasmó-. Esta vez voy a llevar un equipo de filmación profesional, para seguir observando las orcas y realizar una mejor producción." .Matías Cohen
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