martes, 11 de agosto de 2015

Un plesiosaurio en las costas neuquinas


Un plesiosaurio en las costas neuquinas
Se trata de los restos fósiles de un reptil acuático que vivió hace unos 130 millones de años. Su estudio permitió conocer un poco más cómo era la costa de esa región antes de que se elevaran los Andes.

lunes, 10 de agosto de 2015


Foto: Archivo Exactas-Comunicación.

Hace unos 130 millones de años, la actual provincia de Neuquén tenía salida al Pacífico, pues los Andes, tal cual los conocemos, aún no habían emergido. En el área cercana a la costa, en aguas poco profundas, chapoteaban los animales acuáticos más corpulentos de la época: los plesiosaurios, reptiles marinos cuyas patas se habían convertido en aletas, por lo cual sólo nadaban, y ya no se desplazaban por la tierra firme. Eran animales de cuello largo y cráneo pequeño, que no frecuentaban aguas oceánicas sino que preferían moverse cerca de la costa. Estos datos surgen del hallazgo, en esa región, de los restos fósiles de un plesiosaurio elasmosáurido, y de su estudio, que combina el análisis de las características del fósil junto con el examen detallado de la capa de sedimentos donde fue encontrado.

"Gracias a este estudio empezamos a entender cómo se produjo el registro fósil de estos animales, proceso que se vincula a la formación de las capas sedimentarias”, explica Darío Lazo, investigador del Instituto de Estudios Andinos "Don Pablo Groeber”, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Los investigadores determinaron que los esqueletos mejor preservados, aunque no estén completos, son aquellos que llegaron al fondo del mar y se cubrieron rápidamente de sedimentos. En cambio, los restos que tardaron en depositarse se encuentran más fragmentados; quedan sólo vertebras o restos aislados. Posiblemente, las carcasas estuvieron mucho tiempo dando vueltas, sujetos a la acción de carroñeros y del embate de las olas. Así, los huesos se fueron desarticulando, hasta desintegrarse y astillarse casi por completo.


Mar poco profundo

Los restos hallados también dan cuenta de las características del mar que en aquel entonces cubría casi toda la provincia de Neuquén y parte de Mendoza, previo a la elevación de los Andes. "Era un mar somero y, hasta ahora, no estaba tan claro cuán profundas eran las aguas en esa área”, señala Lazo, y agrega: "Este hallazgo es importante, porque la morfología del esqueleto sugiere que se trataba de un animal costero. Ejemplares similares, hallados en otras regiones del planeta, se asocian a zonas costeras”.

Los fósiles en cuestión fueron encontrados en un área denominada "Salado Sur” en la cordillera del Salado, provincia de Neuquén, región ubicada en el centro y norte de la provincia, entre las ciudades de Zapala y Chos Malal. La unidad geológica se denomina Formación Agrio, y los restos fueron datados en 129 millones de años, en función de las especies de amonites que se ubican en la misma capa, y que contaban con fechados precisos.

Poco, pero bien preservado


Por su parte, el primer autor del trabajo publicado en Cretaceous Research, José Patricio O’Gorman, paleontólogo de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo, de la Universidad Nacional de La Plata, estudió en detalle las características de los restos. "Nuestro trabajo consistió en la descripción de vértebras y partes de la cintura escapular, además de un húmero, correspondiente a varios ejemplares de plesiosaurios”, relata, y prosigue: "Lamentablemente no se llegó a determinar la especie, debido a la escasez de materiales, solo se pudo establecer la familia a la que pertenece: la de los elasmosáuridos”. Sin embargo, el investigador destaca que "el material tiene una gran relevancia, pues, por un lado, completa el registro de plesiosaurios de la Formación Agrio, y sugiere que habría dos especies diferentes en la misma formación. Esto último es relevante, porque la época corresponde al primer momento del desarrollo de los elasmosáuridos, en el Cretácico Temprano. Estos luego serían dominantes en la fauna del Cretácico Tardío”.

Previo a este hallazgo, los investigadores habían encontrado restos de la misma familia en distintas capas, pero mal preservados. "Este hallazgo permite entender más acerca de la anatomía del animal, a pesar de que no encontramos el cráneo, que sigue brillando por su ausencia”, comenta Lazo. En el cráneo hay muchos caracteres definitorios. Cuando el animal muere, la carcasa flota durante un tiempo, y así empieza a desmembrarse. Cuanto más flote, más se segmenta. El cráneo, que es pesado, suele desprenderse del resto del cuerpo, y sigue su propio camino de fosilización.

Costeros y oceánicos

El animal hallado, de cuello largo y cráneo pequeño, era costero. En cambio, los plesiosaurios de cuello corto y cabeza grande se movían en aguas profundas, y se trasladaban posiblemente de un continente a otro. Ambos grupos eran carnívoros, pero con estrategias de caza diferentes: los de cuello largo empleaban la emboscada, se escondían y su cuello largo les permitía atrapar las presas. En cambio, se estima que los de aguas profundas eran perseguidores y nadadores más activos.

En la formación Vaca Muerta, que se encuentra en la misma zona, pero es más antigua, se encontraron plesiosaurios de cuello corto y cabeza grande, y también ictiosaurios y cocodrilos marinos. "Es una fauna de reptiles marinos de costa afuera”, subraya Lazo. En la unidad Vaca Muerta, el mar era más profundo, y tenía mayor conexión con el Pacífico. En cambio, la Formación de Agrio tenía un mar somero y más restringido en cuanto a su conexión con el pacífico. "Puede haber sido como un golfo cerrado”, opina.

Antes de este estudio, los investigadores creían que, en los períodos correspondientes a capas donde había muy pocos restos de plesiosaurios, estos animales habían estado ausentes. En cambio, ahora saben que no es que no los hubiera, sino que no se preservaron. Ahora lograron dilucidar los mecanismos de fosilización. "Vimos que los restos más completos están en cierto tipo de capas, y los más dispersos están en otro tipo, y eso ayuda a futuras prospecciones”, concluye Lazo. O’Gorman destaca la importancia de recolectar los materiales, incluso aquellos que no parecen "espectaculares”. "En este caso, con dedicación, se pudo hacer un aporte con un registro muy escaso. Además abrió la expectativa de nuevas campañas para recolectar materiales”, subraya.

Fuente: NEX Ciencia, UBA Exactas.

web:tiempo patagonico

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