miércoles, 13 de junio de 2012

Hasta la cumbre, sin oxígeno

El montañista critica el uso de medios artificiales y defiende el alpinismo clásico.
"Es la forma deportiva de subir una montaña", asegura Mariano Galván.



 SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- Mariano Galván, montañista argentino que esta temporada subió el monte Everest sin oxígeno, pregona que ésa "es la forma deportiva de subir una montaña de más de 8.000 metros".


Es guía de montaña y trabaja en el Aconcagua durante el verano. También ofició de instructor de esquí. El año pasado subió el Lothse (8.541 metros) y este verano participó de un espectacular rescate en la pared sur del Aconcagua, junto a Damián Benegas. Tiene 32 años y su objetivo es seguir subiendo montañas de más de 8.000 metros.

Para Galván lo más difícil de la ascensión fue el hecho de que en el último tramo compartió el itinerario con más de un centenar de personas, encolumnadas en cuerdas fijas, con tubos de oxígeno, dirigidos por guías de montaña. "Tuve que subir en forma paralela, sin uso de las sogas, por lo que debí extremar los cuidados, ya que no me podía caer", recordó. Durante el ascenso superó a numerosos expedicionarios, y en algunos tramos pudo subir por los escalones aledaños a las cuerdas fijas.

"Fue el 16 de mayo, un día en que fallecieron seis personas, por diferentes problemas, edema pulmonar o agotamiento, por no estar preparados para un empresa como la que emprendieron", dijo.

La ruta normal al Everest es un negocio y por ello casi todos suben con oxígeno, con guías y porteadores, pagando más de 40.000 dólares por persona. "Sólo el permiso, que es el derecho de ingreso, cuesta 10.000" explicó Galván. Dijo que en su caso gastó en total 23.000, pero junto a su compañero, Jorge González, llevaron todo su equipamiento, comida y carpas, en sus mochilas. González sólo pudo subir hasta el C2, a 6.450 metros, a partir de donde González siguió en solitario. En realidad nunca estuvo "solo", ya que la ruta y los campamentos estaban colmados de expediciones comerciales.

"Si subís solo tenés la ventaja de no depender de otros, de no recibir órdenes y poder disfrutar de la montaña de otra manera", evaluó. No obstante, también demanda esfuerzos. "Al regreso, del C2 bajé con 38 kilos de carga", detalló.

"Para mí es más importante el cómo subo la montaña que la montaña en sí. Por ello, no sólo importa la cumbre sino la manera de llegar hasta ella", pregona.
Galván es partidario del alpinismo clásico, que siempre priorizó las formas limpias de subir una montaña; no usar demasiados medios artificiales y hacerlo por mérito propio, no al estilo "bolsa de papa". Esto muchas veces se ve en las ascensiones guiadas, donde los clientes suben literalmente remolcados por sus guías y asistidos por porteadores.

Galván explicó que el Everest y el Lothse son las montañas más caras para subir. Ahora seguirá con los restantes ocho mil. En particular, sueña con escalar el K-2, de 8.611, la segunda montaña del mundo, subida sin oxígeno por el barilochense Sebastián de la Cruz, el 30 de julio de 1994.

(R.N.)

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