Es un buen momento para honrar el trabajo de los profesionales de la radio.
INSEPARABLE EL MICROFONO ES EL COMPAÑERO DE LOS LOCUTORES EN LA RADIO.
Hay varias versiones, como siempre, pero son dos, las que se reconocen como fuentes de la celebración del Día del Locutor Argentino.
Una señala que un día 3 de Julio de 1943 los locutores de LR1, Radio El Mundo de Buenos Aires, emisora de onda larga,(que transmitía también como LRX1 Y LRX2, onda corta) realizaron una huelga en demanda de mejoras salariales y mejores condiciones de trabajo.
La otra indica que todo surgió en una reunión previa al desfile del 9 de Julio de 1943, cuando el Ejército convocó a los locutores de las más importantes emisoras porteñas del momento, para unificar criterios con relación a la gigantesca transmisión radiofónica del desfile militar. Allí, superaron los ánimos competitivos y terminaron de conocerse quienes solamente se escuchaban al aire.
Locutores de Radio El Mundo, Belgrano, Splendid, Fénix, Porteña, Municipal entre otras prosiguieron la reunión en el edificio de la revista Antena, de la editorial Julio Khorn, tras la que finalmente se constituyó la Sociedad Argentina de locutores, y surgieron las primeras autoridades: presidente Juan Carlos Thorry, y secretario, Roberto Galán.
De uno u otro modo, desde el 3 de Julio de 1943, se instituyó el día que hoy, celebran los locutores argentinos.
Más allá de las evocaciones, es un buen momento para honrar el trabajo y agradecer la etérea presencia a esos profesionales de la comunicación.
Ellos, aferrados al emblemático "fierrito" que es el micrófono, lanzan al aire sus mensajes, saludos, relatan oportunidades comerciales, requieren confraternidad, solidaridad, entregan comprensión, reparten comentarios, entretenimiento, noticias, buenas ondas...etc. etc. Lanzan al aire su corazón. Pero locutores y locutoras, son en realidad -y paradójicamente- militantes de la soledad. Sus oyentes, amigos, admiradores y seguidores se multiplican por miles, pero ellos, desde un estudio de radio, desconocen sus rostros, nunca podrán saber hasta qué confín de la geografía o de los sentimientos de la gente, llegan con sus voces compañeras y comprensivas. El trabajador del micrófono llega al estudio cada día, cercado por su propia historia, pensando cómo llegar a fin de mes, (y si es mujer, con el adicional inevitable de los problemas de la casa, los hijos, la comida), agobiado por el sinnúmero de problemas familiares y de los otros, y con todas las limitantes que la vida misma le impone, como a todos.
Pero detrás del saludo al operador (cómplice de tantas horas mágicas), se despoja en un instante de sus cuitas, y salvo esporádicamente, cuando está muy desbordado, no se autoriza el lujo de trasmitir sus propios estados de ánimo.
Y así, se convierte en esa voz siempre atenta y amable, eternamente dispuesta a servir, elige los tonos adecuados para el tipo de día que le toca vivir, para el horario, para las cosas que deberá comunicar. Y recién entonces, con un suspiro breve, sonríe sabiendo que está frente a un auditorio innumerable e invisible, e inicia con alto profesionalismo ese contacto desde un estudio cerrado herméticamente, una celda de espuma de goma con su imprescindible ventana a la consola. Saluda, da la hora, la temperatura, la humedad, y à¡magia!, el nexo está establecido.
Recién cuando se termine su programa, su turno, su tiempo, el locutor volverá a ser dueño de sí mismo. Y se irá por las calles, como uno más entre tantos, que no sabrán que esa persona que pasó a su lado, es la dueña de la voz que forma parte del paisaje auditivo de su barrio, su ciudad, su provincia, su país. Y de su vida. Dicen ellos, los que saben, que ésa es precisamente "la magia de la radio". Y tienen razón.
Hoy habrá homenajes y brindis para locutores y locutoras. Seguramente, igual que en el día del periodista, aparecerán cientos de "locutores y locutoras" que más que honrar el micrófono, sólo se le arriman para usufructuarlo. Pero con sólo aprender a escuchar, podremos reconocer sin dudar a quienes hacen un culto de la maravillosa herramienta que es la voz, y con ella vuelan -con profundo respeto- por el maravilloso universo del lenguaje. A éstos, el abrazo enorme, y el abrazo agradecido. (CAF).
fuente: el tribuno.com.ar
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