Huellas
de Dinosaurios en Picún Leufú – Revista de Picún – Agosto 2011-08-25
Sus pasos serán la evidencia
de su existencia Huellas de Dinosaurios
(pte 1) - Extraído de “La Mañana
Neuquén” autor:J. Calvo, J.Porfiri. Al final de la nota Extractos entrevista:
Dra María Edith Simón
Introducción:
En la zona de El Chocón y
Picún Leufú, hace aproximadamente 100 millones de años, el ambiente
predominante estaba representado por extensos cuerpos de agua de poca
profundidad y áreas de inundación intermitente formadas durante períodos de
lluvias. En estas zonas se desplazan
varios animales, algunos de ellos gigantes. A estas chacras se acercan a beber
agua varios grupos de vertebrados, entre los que se destacan dinosaurios
saurópodos de gran porte, muchas veces superando los 15 metros de largo,
dinosaurios bípedos del grupo de los terópodos y dinosaurios iguanodontes.
Todos ellos saben que hay que aprovechar estos períodos lluviosos, en los que
se forman estas cubetas, para poder beber,
ya que para la próxima lluvia habrá que esperar un largo tiempo.
Durante los períodos secos
donde el agua escasea mucho, hay que trasladarse varios kilómetros, para poder
conseguir este preciado líquido; cuando lo encuentran, pasan gran parte del
tiempo cerca de este sitio y tratan de no alejarse demasiado de él. En uno de
estos grandes espejos de agua, algunos herbívoros de Andesaurios buscan
refrescarse, mientras que una manada de
iguanodontes comienza a retirarse lentamente de este sitio. En este ambiente, rodeado de grandes árboles,
merodeaban los carnívoros más grandes del mundo, los Giganotosaurios, al acecho
de sus próximas víctimas que se encuentran en el agua. Entre las patas de uno
de los grandes herbívoros que se dirigen al agua se cruza un pequeño terópodo
del grupo de los Coelurosauria persiguiendo a una cría de iguanodontes. Por suerte este juvenil alcanzará a la manada
que está saliendo del agua, que lo protegerá.
Todos estos animales que por ahora viven cerca del agua dejan marcadas
largas caminatas sobre la costa. Como el
peso de su cuerpo muchas veces supera los miles de kilogramos provoca que sus
patas se hundan en el denso barro y compacten la tierra dejando la impronta de
huellas que en algunos, casos superan los 50 cm de profundidad. Estas huellas, luego de varios días de intenso calor, comenzarán a
secarse y endurecerse, y quedarán marcadas en el suelo por largo tiempo, hasta
que otra corriente de agua las tape y las cubra para siempre, o mejor dicho por
decenas de millones de años, lo provocará su compactación y preservación
definitiva.
El descubrimiento de huellas
de dinosaurios en los alrededores del Lago Ezequiel Ramos Mexía se remonta al
año 1977, cuando el El Sr. Santiago Astigarraga, residente de la localidad de
Picún Leufú, reconoció en la Península Nueva rastros de un avestruz
gigante. Las huellas, en perfecto estado
de conservación, correspondían a un dinosaurio carnívoro de tamaño mediano.
Lamentablemente, el yacimiento de Picun Leufu fue prácticamente destruido por
los agentes naturales al no ser preservados en tiempo y forma. Sin embargo, otros yacimientos pueden ser
salvados en otros sectores del lago. En
Picún Leufú, como en el resto de la costa del lago, el oleaje ha provocado la
limpieza del material fino que cubría las rocas portadoras de huellas
limpiándolas naturalmente.
Algunas de las huellas de la
costa neuquina del lago Ezequiel Ramos Mexía fueron dejadas por dinosaurios
carnívoros de mediano tamaño (aproximadamente de 2,00 a 2,50 metros de
altura). Estos dinosaurios se
caracterizaban por se caracterizaban por caminar en dos patas, poseer brazos
cortos con garras en los dedos y por la presencia de dientes triangulares con
bordes serruchados, con los cuales desgarraban la carne de víctimas. Los terópodos (así llamaban los paleontólogos
a los dinosaurios carnívoros) balanceaban su peso con punto de apoyo en la
cadera, por un lado la cola levantada del piso y casi horizontal se
contrarrestaba con su robusto torso y cabeza.
De esta manera las impresiones de la cola en el suelo son prácticamente
imposibles de registrar. Las huellas, de
entre 7 y 30 cm de largo en su mayoría muestran la impresión de las garras en los extremos de los dedos. Esta
impresión de la garra es uno de los detalles más característicos para reconocer
a estos animales. La posición de las
huellas en las caminadas las muestran puestas casi en línea recta, muy parecido al andar humano. Esto permite suponer que se desplazaban con
ligereza, sin movimiento ondulatorio lateral de su cuerpo. La distancia entre
huella y huella varía entre 90 y 100 centímetros de largo en animales de talla
mediana. Estos dinosaurios caminaban a
velocidades entre 5 y 10 kilómetros por hora. Hasta ahora no se han encontrado restos óseos,
excepto dientes de unos 2 cm de largo hallados y probablemente éstos
correspondan a los Terópodos que caminaron por El Chocón hace unos 100 millones
de años. Es muy probable que en un
futuro, los hacedores de estas icnitas sean descubiertas.
Dinosaurios
carnívoros de gran tamaño
A 15 km. al suroeste de El
Chocón tenemos un caso diferente, ya que sobre una punta de barda se extrajo el
dinosaurio carnívoro más grande del mundo; el Giganotosaurio Carolinii. Este animal esta representado por un ejemplar
casi completo, pero del cual no tenemos datos de la pata del mismo ni de
huellas en las proximidades. Huellas de
un terópodo de gran tamaño han sido reconocidas en el cañadón de Coria, en el
balneario El Chocón y en Picún Leufú (ver mapa). Estas huellas de terópodos, de gran tamaño,
podrían haber sido dejadas por el Giganotosaurus. El primer registro de huesos de dinosaurios
carnívoros gigantes procede de la localidad de Los Candeleros, 50 km al Oeste
del Lago Ezequiel Ramos Mexía, y el material descubierto en 1989 corresponde a
un dentario referible ahora a Giganotosaurus.
Grandes
herbívoros bípedos
Los terópodos no fueron los
únicos dinosaurios que caminaron sobre sus dos patas traseras, ya que un grupo
de herbívoros llamados ornitópodos también lo hicieron. En la costa del lago se han preservado
huellas de grandes ornitópodos denominados iguanadóntidos. Los iguanodóntidos fueron grandes herbívoros
(4 a 4,5 metros de altura) que habitaron el mundo entero durante el Cretácico
inferior. Los ornitópodos, al igual que
los terópodos, al igual que los terópodos, contrabalaceaban el peso de su
cuerpo, cuello y cabeza con el peso de su larga y masiva cola; de esta manera, el
centro de gravedad se encontraba en la cadera. Los mimbros traseros de los
iguanodontes eran largos y bastante robustos, en tanto los miembros delanteros
eran la mitad de largo de los traseros.
Aún así, el bipedalismo (caminar sobre patas) parece haber sido su
postura habitual.
Se estima que los
iguanodóntidos se desplazaban a velocidades no mayores a los 24 kilómetros por
hora; ellos eran incapaces de trotar en
cuatro patasy flexionar la columna en plano vertical. La presencia de tendones osificados en las
espinas de las vértebras restringía el movimiento de las vértebras en ese
plano. El éxito de los iguanadontes como
herbívoros puede estar relacionado con la configuración de sus cráneos, en los
cuales la mandíbula superior rotaba lateralmente cuando la mandíbula inferior
cerraba la boca. Por otro lado el procesamiento oral de comida era
una característica y ventaja importante en la asimilación de la comida en el
estómago.
En el balneario de El Chocón
las pistas de iguanodóntidos son las mejor preservadas en estos momentos y las
más numerosas. ¿ Cómo las reconocemos ?
Son huellas de tres dedos bastante robustos, el dedo central es un poco
más largo que los laterales y están poco separados entre ellos. El extremo de los dedos es redondeado sin
impresión de garras.
El talón es amplio con un
borde posterior redondeado. Este talón
es en realidad la impresión de la parte posterior de los dedos ya que estos
animales caminaban sobre ellos y no sobre el talón. La distancia entre huellas depende del tamaño
del animal, por ejemplo para una huella de 70 centímetros de largo es de
esperar un paso de 170 centímetros. Si
uno observa por lo menos tres huellas de una misma pista, verá que no se
encuentran en una misma línea, sino que están un poco desplazadas a uno y otro
lado de esta línea. Esto demuestra que
su andar era menos ágil que uno
correspondiente a un dinosaurio terópodo y, por lo tanto, balanceaban su
cuerpo.
Paleoambiente
Los Dinosaurios cuyos
fósiles y huellas han sido preservados en las rocas del área del Lago Ezequiel
Ramos Mexía (desde Picún Leufú hasta El Chocón) vivieron en el Período
Cretácico inferior, hace aproximadamente unos 100 millones de años. En aquellos tiempos la región era una zona
llana y baja con lagunas de escasa profundidad conectadas por ríos de menguado
caudal. Estos cursos de agua
desembocaban en la cuenca cerrada que se encontraba unos 110 kilometros hacia
el Norte, en la zona del Añelo. El clima
era templado y húmedo aunque con estaciones secas. Estas condiciones ambientales permitieron la
proliferación de una variada fauna y
flora. Ärboles de gran tamaño se
agrupaban en los bosques que salpicaban la planicie. Dinosaurios, cocodrilos, ranas, pterosaurios
y tortugas fueron los habitantes terrestres que, hasta donde se sabe,
deambularon por la zona. Muchos de ellos
dejaron impresas las huellas de sus caminatas y sus propios esqueletos.
En temporadas lluviosas las
lagunas se llenaban, se salían de cauce normal e inundaban extensas áreas. Al volver a su cuenca natural, dejaban
grandes extensiones cubiertas de barro.
Los dinosaurios caminaban sobre el suelo blando. Luego, el sol y el viento se ocupaban de
secar el barro y las pisadas quedaban bastante duras como para soportar el
embate de una nueva inundación. Con cada
chaparrón crecía el nivel de las lagunas y las huellas volvían a quedar
sumergidas. El sedimento en
suspensión en el agua – que se
depositaba como un manto sobre el fondo – tapaba las pisadas y las
osamentas. Después, el viento con su
carga de arena rellenaba las grietas y tendía otro manto de sedimento. Este proceso se repitió una y otra vez,
durante años. Las huellas y huesos
originales quedaron sepultados y preservados de la erosión. Más de 150 metros de espesor de sedimentos se
depositaron en varias capas formando un paquete rocoso que hoy recibe el nombre
geológico de Formación Candeleros del subgrupo Rio Limay y cuya edad oscila
entre los 100 y 96 millones de años.
Extractos
de la entrevista a Edith Simón, Dra en Paleontología
El
patrimonio nos une nos conecta con ideas con conceptos.., que va unido a la
identidad cultural.., ahí es significativo destacar las huellas de Picún, solo
están ahí, son únicas, son Patrimonio de esa comunidad y tienen un significado
mas alla de su valor netamente científico, tienen un significado local… la
valoración…el tema es tomar conciencia del valor que tiene, afianzar mas lo
local para seguir siendo lo que somos…esto puede dar pie al desarrollo en
basado en el Patrimonio, por ejemplo, el
desarrollo del paleo turismo, el turismo rural,
puede producir un beneficio…desde el aspecto cultural y hasta desde el
aspecto desarrollo económico, en base al Patrimonio… Hay que tener cuidado que
no se pierda el Patrimonio… Actitud de Protección… Educar a los niños sobre
esto…
El
Patrimonio es lo que nos queda de ese pasado, un Patrimonio que puede ser
tangible o intangible, en Paleontología es tangible, son restos son fósiles,
que son restos materiales… que de alguna manera están vinculados al producto de
la inteligencia humana, por ejemplo, no es lo mismo tener un hueso fósil y no
saber nada de él, que saber que ese fósil, perteneció a tal o cual animal…y que
fue de tal y cual edad..o sea que hay
todo un enriquecimiento, que ya es producto de la inteligencia humana…
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