miércoles, 31 de agosto de 2011

"Viviendo lo Cotidiano con Compromiso"


Huellas de Dinosaurios en Picún Leufú – Revista de Picún – Agosto 2011-08-25
Sus pasos serán la evidencia de su existencia  Huellas de Dinosaurios (pte 1)  - Extraído de “La Mañana Neuquén” autor:J. Calvo, J.Porfiri. Al final de la nota Extractos entrevista: Dra María Edith  Simón
Introducción:
En la zona de El Chocón y Picún Leufú, hace aproximadamente 100 millones de años, el ambiente predominante estaba representado por extensos cuerpos de agua de poca profundidad y áreas de inundación intermitente formadas durante períodos de lluvias.  En estas zonas se desplazan varios animales, algunos de ellos gigantes. A estas chacras se acercan a beber agua varios grupos de vertebrados, entre los que se destacan dinosaurios saurópodos de gran porte, muchas veces superando los 15 metros de largo, dinosaurios bípedos del grupo de los terópodos y dinosaurios iguanodontes. Todos ellos saben que hay que aprovechar estos períodos lluviosos, en los que se forman estas cubetas, para  poder beber, ya que para la próxima lluvia habrá que esperar un largo tiempo.
Durante los períodos secos donde el agua escasea mucho, hay que trasladarse varios kilómetros, para poder conseguir este preciado líquido; cuando lo encuentran, pasan gran parte del tiempo cerca de este sitio y tratan de no alejarse demasiado de él. En uno de estos grandes espejos de agua, algunos herbívoros de Andesaurios buscan refrescarse, mientras que una manada  de iguanodontes comienza a retirarse lentamente de este sitio.  En este ambiente, rodeado de grandes árboles, merodeaban los carnívoros más grandes del mundo, los Giganotosaurios, al acecho de sus próximas víctimas que se encuentran en el agua. Entre las patas de uno de los grandes herbívoros que se dirigen al agua se cruza un pequeño terópodo del grupo de los Coelurosauria persiguiendo a una cría de iguanodontes.  Por suerte este juvenil alcanzará a la manada que está saliendo del agua, que lo protegerá.  Todos estos animales que por ahora viven cerca del agua dejan marcadas largas caminatas sobre la costa.  Como el peso de su cuerpo muchas veces supera los miles de kilogramos provoca que sus patas se hundan en el denso barro y compacten la tierra dejando la impronta de huellas que en algunos, casos superan los 50 cm de profundidad.  Estas huellas, luego  de varios días de intenso calor, comenzarán a secarse y endurecerse, y quedarán marcadas en el suelo por largo tiempo, hasta que otra corriente de agua las tape y las cubra para siempre, o mejor dicho por decenas de millones de años, lo provocará su compactación y preservación definitiva.
foto : en el museo de plaza huincul
Historia del hallazgo
El descubrimiento de huellas de dinosaurios en los alrededores del Lago Ezequiel Ramos Mexía se remonta al año 1977, cuando el El Sr. Santiago Astigarraga, residente de la localidad de Picún Leufú, reconoció en la Península Nueva rastros de un avestruz gigante.  Las huellas, en perfecto estado de conservación, correspondían a un dinosaurio carnívoro de tamaño mediano. Lamentablemente, el yacimiento de Picun Leufu fue prácticamente destruido por los agentes naturales al no ser preservados en tiempo y forma.  Sin embargo, otros yacimientos pueden ser salvados en otros sectores del lago.  En Picún Leufú, como en el resto de la costa del lago, el oleaje ha provocado la limpieza del material fino que cubría las rocas portadoras de huellas limpiándolas naturalmente.
Dinosaurios carnívoros de pequeño y mediano tamaño
Algunas de las huellas de la costa neuquina del lago Ezequiel Ramos Mexía fueron dejadas por dinosaurios carnívoros de mediano tamaño (aproximadamente de 2,00 a 2,50 metros de altura).  Estos dinosaurios se caracterizaban por se caracterizaban por caminar en dos patas, poseer brazos cortos con garras en los dedos y por la presencia de dientes triangulares con bordes serruchados, con los cuales desgarraban la carne de víctimas.  Los terópodos (así llamaban los paleontólogos a los dinosaurios carnívoros) balanceaban su peso con punto de apoyo en la cadera, por un lado la cola levantada del piso y casi horizontal se contrarrestaba con su robusto torso y cabeza.  De esta manera las impresiones de la cola en el suelo son prácticamente imposibles de registrar.  Las huellas, de entre 7 y 30 cm de largo en su mayoría muestran la impresión de  las garras en los extremos de los dedos. Esta impresión de la garra es uno de los detalles más característicos para reconocer a estos animales.  La posición de las huellas en las caminadas las muestran puestas casi en línea recta,  muy parecido al andar humano.  Esto permite suponer que se desplazaban con ligereza, sin movimiento ondulatorio lateral de su cuerpo. La distancia entre huella y huella varía entre 90 y 100 centímetros de largo en animales de talla mediana.  Estos dinosaurios caminaban a velocidades entre 5 y 10 kilómetros por hora.  Hasta ahora no se han encontrado restos óseos, excepto dientes de unos 2 cm de largo hallados y probablemente éstos correspondan a los Terópodos que caminaron por El Chocón hace unos 100 millones de años.  Es muy probable que en un futuro, los hacedores de estas icnitas sean descubiertas.
Dinosaurios carnívoros de gran tamaño
A 15 km. al suroeste de El Chocón tenemos un caso diferente, ya que sobre una punta de barda se extrajo el dinosaurio carnívoro más grande del mundo; el Giganotosaurio Carolinii.  Este animal esta representado por un ejemplar casi completo, pero del cual no tenemos datos de la pata del mismo ni de huellas en las proximidades.  Huellas de un terópodo de gran tamaño han sido reconocidas en el cañadón de Coria, en el balneario El Chocón y en Picún Leufú (ver mapa).  Estas huellas de terópodos, de gran tamaño, podrían haber sido dejadas por el Giganotosaurus.   El primer registro de huesos de dinosaurios carnívoros gigantes procede de la localidad de Los Candeleros, 50 km al Oeste del Lago Ezequiel Ramos Mexía, y el material descubierto en 1989 corresponde a un dentario referible ahora a Giganotosaurus.
Grandes herbívoros bípedos
Los terópodos no fueron los únicos dinosaurios que caminaron sobre sus dos patas traseras, ya que un grupo de herbívoros llamados ornitópodos también lo hicieron.  En la costa del lago se han preservado huellas de grandes ornitópodos denominados iguanadóntidos.  Los iguanodóntidos fueron grandes herbívoros (4 a 4,5 metros de altura) que habitaron el mundo entero durante el Cretácico inferior.  Los ornitópodos, al igual que los terópodos, al igual que los terópodos, contrabalaceaban el peso de su cuerpo, cuello y cabeza con el peso de su larga y masiva cola; de esta manera, el centro de gravedad se encontraba en la cadera. Los mimbros traseros de los iguanodontes eran largos y bastante robustos, en tanto los miembros delanteros eran la mitad de largo de los traseros.  Aún así, el bipedalismo (caminar sobre patas) parece haber sido su postura habitual.
Se estima que los iguanodóntidos se desplazaban a velocidades no mayores a los 24 kilómetros por hora;  ellos eran incapaces de trotar en cuatro patasy flexionar la columna en plano vertical.  La presencia de tendones osificados en las espinas de las vértebras restringía el movimiento de las vértebras en ese plano.  El éxito de los iguanadontes como herbívoros puede estar relacionado con la configuración de sus cráneos, en los cuales la mandíbula superior rotaba lateralmente cuando la mandíbula inferior cerraba la boca.  Por  otro lado el procesamiento oral de comida era una característica y ventaja importante en la asimilación de la comida en el estómago.
En el balneario de El Chocón las pistas de iguanodóntidos son las mejor preservadas en estos momentos y las más numerosas. ¿ Cómo las reconocemos ?  Son huellas de tres dedos bastante robustos, el dedo central es un poco más largo que los laterales y están poco separados entre ellos.  El extremo de los dedos es redondeado sin impresión de garras.
El talón es amplio con un borde posterior redondeado.  Este talón es en realidad la impresión de la parte posterior de los dedos ya que estos animales caminaban sobre ellos y no sobre el talón.  La distancia entre huellas depende del tamaño del animal, por ejemplo para una huella de 70 centímetros de largo es de esperar un paso de 170 centímetros.  Si uno observa por lo menos tres huellas de una misma pista, verá que no se encuentran en una misma línea, sino que están un poco desplazadas a uno y otro lado de esta línea.  Esto demuestra que su andar era menos ágil que uno  correspondiente a un dinosaurio terópodo y, por lo tanto, balanceaban su cuerpo.
Paleoambiente
Los Dinosaurios cuyos fósiles y huellas han sido preservados en las rocas del área del Lago Ezequiel Ramos Mexía (desde Picún Leufú hasta El Chocón) vivieron en el Período Cretácico inferior, hace aproximadamente unos 100 millones de años.  En aquellos tiempos la región era una zona llana y baja con lagunas de escasa profundidad conectadas por ríos de menguado caudal.  Estos cursos de agua desembocaban en la cuenca cerrada que se encontraba unos 110 kilometros hacia el Norte, en la zona del Añelo.  El clima era templado y húmedo aunque con estaciones secas.  Estas condiciones ambientales permitieron la proliferación  de una variada fauna y flora.  Ärboles de gran tamaño se agrupaban en los bosques que salpicaban la planicie.  Dinosaurios, cocodrilos, ranas, pterosaurios y tortugas fueron los habitantes terrestres que, hasta donde se sabe, deambularon por la zona.  Muchos de ellos dejaron impresas las huellas de sus caminatas y sus propios esqueletos.
En temporadas lluviosas las lagunas se llenaban, se salían de cauce normal e inundaban extensas áreas.  Al volver a su cuenca natural, dejaban grandes extensiones cubiertas de barro.  Los dinosaurios caminaban sobre el suelo blando.  Luego, el sol y el viento se ocupaban de secar el barro y las pisadas quedaban bastante duras como para soportar el embate de una nueva inundación.  Con cada chaparrón crecía el nivel de las lagunas y las huellas volvían a quedar sumergidas.  El sedimento en suspensión  en el agua – que se depositaba como un manto sobre el fondo – tapaba las pisadas y las osamentas.  Después, el viento con su carga de arena rellenaba las grietas y tendía otro manto de sedimento.  Este proceso se repitió una y otra vez, durante años.  Las huellas y huesos originales quedaron sepultados y preservados de la erosión.  Más de 150 metros de espesor de sedimentos se depositaron en varias capas formando un paquete rocoso que hoy recibe el nombre geológico de Formación Candeleros del subgrupo Rio Limay y cuya edad oscila entre los 100 y 96 millones de años.
Extractos de la entrevista a Edith Simón, Dra en Paleontología
El patrimonio nos une nos conecta con ideas con conceptos.., que va unido a la identidad cultural.., ahí es significativo destacar las huellas de Picún, solo están ahí, son únicas, son Patrimonio de esa comunidad y tienen un significado mas alla de su valor netamente científico, tienen un significado local… la valoración…el tema es tomar conciencia del valor que tiene, afianzar mas lo local para seguir siendo lo que somos…esto puede dar pie al desarrollo en basado en el Patrimonio, por  ejemplo, el desarrollo del paleo turismo, el turismo rural,  puede producir un beneficio…desde el aspecto cultural y hasta desde el aspecto desarrollo económico, en base al Patrimonio… Hay que tener cuidado que no se pierda el Patrimonio… Actitud de Protección… Educar a los niños sobre esto…
El Patrimonio es lo que nos queda de ese pasado, un Patrimonio que puede ser tangible o intangible, en Paleontología es tangible, son restos son fósiles, que son restos materiales… que de alguna manera están vinculados al producto de la inteligencia humana, por ejemplo, no es lo mismo tener un hueso fósil y no saber nada de él, que saber que ese fósil, perteneció a tal o cual animal…y que fue  de tal y cual edad..o sea que hay todo un enriquecimiento, que ya es producto de la inteligencia humana…


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