Cada 10 de Noviembre es el Día de la Tradición en nuestro país. En esta fecha recordamos un nuevo aniversario del nacimiento de José Hernández, autor de la obra cumbre de la literatura gauchesca.
“Aquí me pongo a cantar, al compás de la vigüela”, dice en su comienzo El Gaucho Martín Fierro. Las palabras cantar y contar suenan muy parecidas. Es que, si bien Hernández aprovecha el poema criollo para verter opiniones, mas que nada su obra consiste en relatar, como dice en el final de esa primera parte: “Males que conocen muchos pero que naides contó.”
Publicado en 1.872, El Gaucho Martín Fierro relata las peripecias de un criollo de la provincia de Buenos Aires, aplicable a todos los paisanos de nuestro territorio nacional. Fierro es incorporado al servicio militar en la frontera con los pampas y debe dejar su vida familiar, donde se dedicaba a las tareas rurales.
Las injusticias comienzan con la incorporación forzada, por el solo hecho de estar cantando en una fiesta. El Juez de Paz lo tenía entre ojos pues no se había presentado a votar, por lo que el funcionario sospechaba que Fierro era de la oposición. No podía ser independiente.
En el servicio de fronteras, el gaucho era sometido a malos tratos y explotación. José Hernández relata los asuntos turbios que alcanzó a entrever durante los cinco años que estuvo en el cantón, de donde supuestamente sería relevado a los seis meses, según la promesa del político Juez de Paz.
La falta de esperanza lo lleva a desertar del servicio y enderezar hacia su casa: “Tuve en mi pago en un tiempo/ hijos, hacienda y mujer,/ pero empecé a padecer:/ Me echaron a la frontera./ ¿Y qué iba a hallar al volver?/ ¡Tan solo hallé la tapera!”
Nuevas vicisitudes le esperaban en esa vida como desertor y desposeído. Se hizo gaucho matrero. Matrero se decía por el gaucho que vivía sin casa, durmiendo a campo raso, usando la matra como parte de su cama. La matra es una pieza producida en telar, que forma parte de la montura o recado del jinete criollo. Después se extendió el término a todo el que estuviese retirado de los otros, en una vida rayana al salvajismo.
Una noche que dormía en un pajonal, fue atacado por una partida, hecho sangriento que decidió al Sargento Cruz a dejar las filas y unirse a Martín Fierro. Poco después, deciden ir a vivir entre los indios. Es categórico al decirle a Cruz: “Yo sé que allá los caciques/ amparan a los cristianos/ y que los tratan de hermanos/ si van por el propio gusto./ ¡A qué andar pasando sustos!/ Alcemos el poncho y vamos.”
Fierro llora al cruzar la frontera, se adentran al desierto y el paisanaje deja de saber algo cierto de ellos, por siete años.
Por los exigentes pedidos de sus amigos, ante el éxito de El Gaucho Martín Fierro, José Hernández publica La Vuelta de Martín Fierro, que vuelve anunciando que a su relato le faltaba lo mejor.
Suelen decir que segundas partes nunca fueron buenas. En el caso de Martín Fierro, se da la excepción, pues el contenido, si bien es distinto al de la primera parte, es muy valioso y fue muy bien recibida por los paisanos rurales y de las ciudades.
En esta segunda parte (La Vuelta de Martín Fierro), hace una descripción cruda de la vida entre los pampas. Los sentimientos están a flor de piel, en la gratitud hacia el cacique protector que les salvara la vida cuando llegaran, en la terrible muerte de Cruz. También se percibe la piedad y la solidaridad hacia la cautiva que estaba siendo furiosamente castigada. Los relatos de los hijos de Martín Fierro y el hijo de Cruz son de gran valía, especialmente el del segundo hijo de Fierro, que da entrada en la obra al Viejo Vizcacha, personificación del pícaro calculador.
A propósito, José Hernández pone a disposición del lector los consejos del Viejo Vizcacha y luego los de Martín Fierro, para que de la confrontación entre ambos uno saque sus conclusiones.
Es fácil comparar, por ejemplo, el consejo del viejo sinvergüenza, que dice: “Hacete amigo del Juez,/ no le des de qué quejarse;/ y cuando quiera enojarse/ vos te debes encoger,/ pues siempre es güeno tener/ palenque ande ir a rascarse.” Con el consejo de Martín Fierro que dice: “Al que es amigo, jamás/ lo dejen en la estacada./ Pero no le pidan nada/ ni lo esperen todo de él./ Siempre el amigo más fiel/ es una conducta honrada.” Uno de ellos sugiere fingir amistad para buscar acomodo mientras que el otro pide ser honrado y de amistad verdadera.
Este 10 de Noviembre celebramos el 179 aniversario del nacimiento de José Hernández. Debemos seguir luchando para satisfacer los justos reclamos de nuestro compatriota Martín Fierro, para bien de todos.Martín Fierro deja plasmados para la posteridad distintos personajes de la época: El peón domador, el cantor repentista, el inmigrante italiano buscando ganar la vida, el mismo como soldado de frontera, el negro integrado a la vida gaucha a pesar de cierto rechazo, el “inglés zanjiador” evocando el proyecto de“La Zanja de Alsina” que contendría los malones, el gaucho matón que es protegido por el poder político, el Sargento Cruz con su deserción para evitar una muerte injusta, el Oficial de Policía abusando del poder, las autoridades militares de los cantones fronterizos haciendo uso abusivo del poder y descuidando la función específica y así, varios personajes criollos. En cuanto al aborigen, es evidente el rechazo que los gauchos sentían hacia quien para entonces era su enemigo de armas.
por Ramon Verduc
Fuente: ASICANTAMIPAIS
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